Esta instalación artística trata sobre la imposibilidad de la auto-contemplación. Toma como referencia el mito de Narciso, hijo de Cefiso y Liríope, en el que Tiresias, un famoso adivino ciego, predice que Narciso vivirá una larga vida: “si no se conoce a sí mismo”. El mito cuenta que Narciso era un joven tan bello como soberbio. Despertaba la admiración de hombres y mujeres, e ignoraba el encanto de los demás. Tras la caza, Narciso descansa junto a un manantial de superficie cristalina donde se refleja su propia imagen. Este queda fascinado con ella sin saber que se ha enamorado sí mismo. Sin embargo, cada vez que Narciso intenta tocar su reflejo este desaparece junto con la quietud del agua. La imposibilidad de estar con el ser amado enloquece al hermoso joven llevándolo a la muerte. 

No a él de Ceres, que abstraerlo de ahí no puede,
sino que en la opaca hierba derramado contempla
con colmada luz la mendaz forma,
y por los ojos muere.
Alzándose a las circunstantes espesuras
tendiendo sus brazos: ¿Es que alguien ha amado?,
¿Es que a alguien que te consuma así recordarás
en el largo tiempo?.
Me place y lo veo, lo veo y me place, aun así se ve
tan gran error en el amante.
Adaptación del poema “Narciso y Eco”, en Metamorfosis. Tercer libro, Ovidio, año 8 d.C. P.69.
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