La siguiente instalación se presenta como un espacio muerto que cobra movimiento con la aparición del espectador. Por un lado, este trabajo busca la reivindicación del espectador como elemento central de la obra haciéndolo partícipe y objeto fundamental de ésta; por otra parte, la experiencia visual consiste en que, dependiendo de la posición de observación del espectador, este puede ser testigo tanto de su presencia como de su ausencia. Desde ciertas ubicaciones el poder visual del espacio aumenta y se distorsiona al ser intervenido por el reflejo cruzado de los espejos generando un circuito cerrado de ópticas entre ellos, de forma que la imagen del espectador se multiplique hasta el infinito; sin embargo, desde otras ubicaciones el espectador simplemente desaparece en el espacio multiplicado. Así, se encuentra constantemente buscando que el espejo le devuelva la mirada, convirtiéndolo en objeto de su propia admiración y curiosidad.
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