Este trabajo pretende generar una reflexión en el espectador respecto a los estímulos externos a los que somos expuestos durante nuestra vida y como estos se ven reflejados muchas veces en nuestro que hacer o en nuestro ser, planteando preguntas como ¿Qué tan consciente soy de la situación que plantea la obra?, ¿Qué estímulos externos elijo hacer parte o se han hecho parte de mi?, o ¿Qué nivel de consciencia tengo sobre los estimulos externos que consumo diariamente?.
Además en la obra podemos ver escrita la palabra conspiración, la que por una parte se refiere a esta coacción entre pensamientos in(consciente) y la coordinación ojo-mano para plasmar el mensaje que se quiere comunicar, y por otro lado, advierte sobre el estar atentos, despiertos y conscientes frente a la información que consumimos día a día.
Hace ya varios años que no veo televisión por el simple hecho de que hoy, gracias a la tecnología, tenemos el poder de elegir los contenidos que queremos consumir, sin embargo la televisión sigue siendo uno de los mayores generadores de estímulos que tenemos como sociedad. Considerando esto, una gran parte de los estímulos que consumimos en en nuestra infancia y en la época escolar son las caricaturas y películas animadas. Desde la estética que presenta la obra, como una especie de dibujo hecho en la pizarra del colegio, podemos abordar preguntas relacionadas a ese contexto como ¿Qué caricaturas recuerdo y qué valores, enseñanzas o sensaciones tengo al pensar en ellas?, ¿Por qué tengo una película favorita de la infancia?, ¿Cuánta de esa información se mantiene consciente en mi memoria?, ¿En qué me afectó crecer con esos estímulos y no otros?, o ¿Qué miedos y espectativas me generaron?.
Para contextualizar nací en 1990, y haciendo mi propio ejercicio de reflexión, los recuerdos que tengo sobre los dibujos animados de mi infancia son a grandes rasgos: Animes de la época (como Sailor Moon, Caballeros del Zodiáco Dragon ball o Supercampeones), CartoonNetwork y Disney, y en este último me quiero detener, porque aquí comienzo un cuestionamiento personal sobre los efectos que pueden tener ciertos contenidos en los niños. Creo que al menos en este periódo, Disney se caracteriza por sus bellas historias sobre crecer y asumir responsabilidades, y por tener un transfondo oscuro donde pareciera que para que no existan adultos en la narrativa o para que el protagonista tenga que crecer si o si, estos son simplemente asesinados, y es que con Disney nunca es una muerte calma, al contrario, son muertes violentas y sumamente trágicas, así lo vemos en El rey león cuando muere Mufasa (escena que ví en el cine a los 5 años, seguía llorando después de llegar a mi casa) y cuando Scar es devorado vivo por las hienas, en El jorobado de Notre Dame cuando Frollo cae en una representación del infierno, en Tarzán cuando sus padres y el gorila bebé de Kala son devorados por Sabor y cuando Clayton muere ahorcado, en Pocahontas cuando asesinan a Kocoum de un disparo, a Úrsula de La sirenita la atravieza un mástil y podría seguir, pero esta larga lista me convoca a pensar en ¿Cuánto me habrá afectado ver tanta tragedía cuando era pequeña?, ¿Me identifico de algún modo con ese sentimiento de ausencia?, ¿Todo ese contenido in(conscientemente) estará relacionado con mi afinidad y curiosidad por las temáticas mortuorias?, ¿Ver tantos niños huérfanos generó una empatía por el personaje outsider?, o ¿Qué tan grande era el trauma de Walter Disney con el tema del abandono y la ausencia que influyó en sus creaciones a tal punto, que logra transmitir magia y una gran sensación de pérdida?
Creo que Disney ha ido evolucionando y se ha adaptado a las temáticas y formas de mostrar contenido a las nuevas generaciones, sin embargo los invito a reflexionar sobre el contenido que consumimos y que consumen las generaciones venideras, en una primera instancia, porque creo que al conocer y comprender con que tipo de estímulos externos creció una persona se acorta un poco la brecha generacional facilitando la comunicación y convivencia, por ese motivo me encanta ver los “monitos” nuevos imaginándome como será la generación que se esta alimentando de este contenido tan distinto al que yo consumía en mi niñez y que retengo in(conscientemente), y en una segunda instancia, porque estamos expuestos a un mundo que nos bombardea con exhuberantes y constantes masas de informarción, y el estar conscientes es la única forma de poder ser realmente libres en una sociedad que nos etiqueta y encasilla por lo que consumimos, ya sea en la televisión, en el cine, en la radio o en internet.