La instalación fotográfica Metro cuadrado reflexiona sobre el autorretrato contemporáneo desde la sinécdoque, utilizando imágenes que corresponden a un tipo específico de selfie que estuvo en boga durante el año 2013 llamado shoefie, el que consiste en fotografiarse los pies con el fondo del lugar en el que uno se encuentra, esto, con el fin de dar testimonio de los lugares que recorremos. Esta instalación se compone de cien fotografías de shoefies recopiladas desde internet e impresas en un formato cuadrado de 10x10 cm, instaladas naturalmente en el suelo, abarcando el espacio de 1 mt2.
Durante la presentación de la obra observé un fenómeno que me reveló cierto grado de retroalimentación entre el espectador y la obra. Los asistentes comenzaron a hacer shoefies alrededor de ésta, generando una imagen en la que el espectador se vuelve parte de la obra y la obra adquiere una nueva shoefie. Al observar esta acción decidí instalar mi trabajo sobre el simbolismo de un gesto que se repite al punto de la alegoría. De esta forma la obra hace alusión al espejo roto, considerando el disparo de la cámara del espectador como un golpe que triza el cristal cada vez que es accionado. Así, cada shoefie que los asistentes hacen alrededor de la obra, se convierte en un “golpe” que genera un nuevo fragmento que refleja y multiplica la imagen original.